Escribo desde los 12: primera novela (más con ímpetu que con técnica). La titulé "Un esperado regreso", la historia en 100 páginas de un provinciano que se hace la Lima y que, apurado por los tragos amargos, aspira a retornar.
En mis 17 (quinto de media) abracé los versos publicando un poema en una revista de arte y de inmediato tracé las líneas de lo que debió ser mi primer poemario. Lo titulé "Del otro lado del espejo" y, tras una cruzada de acopio de dinero, logré la suma necesaria para pagar su edición. Un editor se encargó de la aventura poética editorial de este novato. Me deleité con la portada y con el diseño, pero no vi la luz, el editor desapareció, al aparecer elucubró decenas de pretextos y con él se fue mi dinero y mi sueño extraordinario de publicar por primera vez.
Pasaron algunos años. Ahora era un pichón de abogado, investigador de la Comiision Andina de Juristas y recién publiqué algunos libros, aunque eran libros dedicados a la política, esto es, a los partidos, el régimen político, el sistema electoral, el Parlamento (Los rostros y máscaras del poder, el juez un modelo para armar, sistema de partidos en la región andina, economía y Derecho en la región andina, entre otros). Incluso, había escrito un libro sobre la negociación y la paz. Un día, me invitan a escribir unos cuentos, pero perpetré un sutil y delicioso crimen, el de entregar un poemario bajo el título de cuento. Me lo habían solicitado. Lo llamé "Memoria del Ande" y se escenificó en el zoom de la Universidad de Lima durante el Concierto de la Reconciliación (CVR) con la voz magnífica de un gran actor: Walter Zambrano. Los versos están en un libro pequeño y quedaron grabados en un CD, el libro pronto se agotó sin mayores luces.
Mientras tanto seguía elaborando papers, escribiendo sobre política, dando contenidos a una columna en un diario. Fue así que en el 2007 publiqué una novela, "La Tentación Infinita". El gran público no la conoció por la escasa difusión, con lo que pocos lectores accedieron a la publicación.
Descorazonado, torné mis pasos a la política, gané un premio nacional de ensayo literario sobre Fernando Belaunde, postulé al Congreso, perdí, abandoné la política, vade retro, y pasé de ser un constitucionalista a periodista, así a secas. Había coordinado un Informe Regional y tenía un blog exitoso. Una mañana, se empiezan a concatenar una serie de acontecimientos que me convierten en periodista, me invitan a trabajar como periodista en un gran Diario. Pasé a escribir artículos en su suplemento dominical, a realizar entrevistas y más.
Vengo escribiendo cuentos que no son más que ensayos, lo que ven en este blog son ensayos narrativos reformulados luego en word, supercorregidos, eso ustedes no lo pueden leer. Solo pueden acceder a estas primeras versiones.
De paso hago pinitos en un taller de narrativa que me sirve para redondear mi trabajo.
Dado con todo al objetivo de escribir y solo escribir, voy haciendo y corrigiendo haciendo y corrigiendo lo que será mi renovado intento por publicar (esta vez un libro de cuentos y el poemario que quedó pendiente de años). Con determinación opté por ya no procrastinar y tomé el Ulysses de Joyce. Voy en esas, una novela que descarté año a año y que es matriz de una técnica que me fascina.
Nuevas lecturas a los clásicos, mucho estudio y rígida disciplina.
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