miércoles, 31 de octubre de 2012

La experiencia y los escritores tardíos

Siempre me han pretendido persuadir de la importancia de la experiencia y, sin embargo, reconozco entre muchos "mayores" (y algunos muy leídos) más de necedad que de sabiduría. Por lo demás las grandes creaciones e inventos fueron dados al mundo por autores y científicos que apenas transitaban la veintena. Muchos escritores decaen con los años y algunos gestores de la ciencia son incapaces de producir con la misma inventiva y riesgo en sus 40 o 50.


Por eso cuando me aseguran que es la experiencia lo que nos torna en "sabios de la aldea" lo dudo aunque sin sorna. Considero sí que el tema es de raciocinio, de buena lógica y premisas adecuadas y que en esa línea un hombre de 20 bien formado le puede llevar la delantera a uno bastante mayor.

Sin embargo, hay quienes en sus 20 no están preparados para crear y aguardan como lo hizo el gran Saramago, que produjo su obra al llegar a los 50 hasta ganar el nobel una décadas después. Garcilaso de la Vega (el nuestro) y Cervantes fueron también creadores tardíos y Lampedusa, tardío él, escribió el fabuloso "Gatopardo" entrando en la vejez, para morir sin saber que su obra sería un best seller y un clásico.

Asumo que a mis 20 no hubiera creado los versos de hoy y que requería de lecturas y palabras, de padecimientos cuajados, para crear sin ingenuidad. Quizás el tema sea individual y de genio y que en algunos casos el talento se forma, mientras que en otros es innato. No lo sé, solo sé que el talento que me interesa no es el que viene del útero materno sino el que emerge del devenir de los días. Prefiero pensar en la vida como una acumulación de múltiples aprendizajes.Procuro ver, leer, interpretar, conocer todo aquello que me permita tener una mirada más cabal y "darme cuenta". De eso se trata aprender y "devorarse el mundo y la vida", de un "darse cuenta", de afinar las ideas, de perfeccionar la visión del mundo. Seguramente, incluso algunas de estas reflexiones las podré ajustar en mayor o menor medida si el aprendizaje suma nuevos descubrimientos.

PS: Tema aparte y ya que me refiero a escritores tardíos. Al abandonar mi labor de jurista (aunque escribí una novela) y dejar a un lado mi profesión de abogado para asumir un nuevo reto en la 'cuarentena' (soy el más viejo de los jóvenes y el más joven de los viejos, lo confieso aquí), opté por quebrar mi vida en dos partes, no necesariamente equidistantes, por cierto. Escribí desde los 25, libros de ciencia política, Derecho constitucional y aporté a ese mundo lo que bien pude aportar y al abrazar el periodismo este año del señor decidí abrazar integra, desenfadada y radicalmente la literatura. Desde entonces no escribo sobre lo que la Universidad me enseñó y que solo es mi base para el pensamiento lógico sino que trazo líneas de ficción y poesía. Me dediqué de lleno a ser aquello que nunca me propuse por inseguridades que ya no vienen al caso detallar. Seré mal o buen escritor, pero es una opción que ya tomé sea el camino que sea que me toque recorrer, aun el de vender mercería o dulces. Pero la literatura es mi vida y lo era mientras fui jurista investigador, politiquero y libresco y lo seguirá siendo ad infinitum, por decir.

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