El poeta fue un coleccionista de lo que llamaba sus "juguetes" (caracolas, máscaras, adornos extraños), los que dan vista a un museo en la casa de la Isla Negra. Decía el chileno enamorado a perpetuidad, silvestre a perpetuidad, hedonista a perpetuidad, devorador a perpetuidad, sibarita a perpetuidad, apasionado para siempre, que era apenas un omnívoro. En "Confieso que he vivido" resume su biografía en una frase: "Soy omnívoro de seres, acontecimientos, libros y batallas. Me comería la tierra y me tomaría el mar".
Con esa pasión, Neruda escribió sus versos, recitándole a lo más elemental. Una cebolla podía ser el objeto de una oda (Odas elementales), una silla un deleite, la memoria de una vieja peluquería con sus olores peculiares, el centro de una reflexión. Neruda amaba, celebraba a la vida, transaba con ella. Desde muy temprano conoció del mundo, a sus 24 fue cónsul en Rangún, nada menos; y transitó por todos los caminos del Asia y luego Europa y sus gentes.
Releyendo sus versos iniciales, descubro que han envejecido, se han dejado ganar por la cotidianeidad. Llamarán a la lágrima adolescente, pero no al análisis prolijo de un buen crítico. Sin embargo, la poesía pasará, muchos escritores etéreos y pírricos pasarán; pero Neruda y sus poemas permanecerán incólumes descrifrando en la simpleza de una mesa o una piedra, el inefable y majestuoso don concedido a los hombres por el creador.
Un obsequio de humildad gozosa, "Autorretrato":
Por mi parte, soy o creo ser duro de nariz,
mínimo de ojos, escaso de pelos
en la cabeza, creciente de abdómen,
largo de piernas, ancho de suelas,
amarillo de tez, generoso de amores,
imposible de cálculos,
confuso de palabras,
tierno de manos, lento de andar,
inoxidable de corazón,
aficionado a las estrellas, mareas,
maremotos, administrador de
escarabajos, caminante de arenas,
torpe de instituciones, chileno a perpetuidad,
amigo de mis amigos, mudo
de enemigos,
entrometido entre pájaros,
mal educado en casa,
tímido en los salones, arrepentido
sin objeto, horrendo administrador,
navegante de boca
y yerbatero de la tinta,
discreto entre los animales,
afortunado de nubarrones,
investigador en mercados, oscuro
en las bibliotecas,
melancólico en las cordilleras,
incansable en los bosques,
lentísimo de contestaciones,
ocurrente años después,
vulgar durante todo el año,
resplandeciente con mi
cuaderno, monumental de apetito,
tigre para dormir, sosegado
en la alegría, inspector del
cielo nocturno,
trabajador invisible,
desordenado, persistente, valiente
por necesidad, cobarde sin
pecado, soñoliento de vocación,
amable de mujeres,
activo por padecimiento,
poeta por maldición
y tonto de capirote.