viernes, 23 de noviembre de 2012

Festivales

Es auspicioso que haya festivales de poesía, como el más reciente de Supe, magnífica convocatoria y magnífico aquel puerto que "existe" en aquellas palabras inspiradas de la gran Blanca Varela pronunciadas ante Octavio Paz. Y festivales debe haber más y más hasta llevar la poesía al último rincón. Quizás algún día la poesía venda, pese a los esfuerzos de pocos.



Hace algunos años, un poeta (Chirinos, si no bien recuerdo) organizaba la "Poesía en el parque" en Miraflores, otros poetas (muchos años después) decidieron tomar sendas más o menos aglutinadoras y llamaron a festivales, que fueron creciendo. Otros organizan recitales, donde ellos mismos leen.

Sin embargo, como lo descubrí con "Memoria del Ande", mi primer poemario, la poesía debe tornarse en espectáculo, completarse con música, colores, videos, ser pronunciada por actores, dramatizada. Así se hizo con mi breve y extraviado poemario hace algunos años en el zum de la Universidad de Lima, cuando la CVR organizó el "Concierto de la Reconciliación" (amargamente digo, quien lo organizó centró su atención en la música, presentó a sus líricos; aunque para su mal los concurrentes solo se interesaban en buscar al autor de aquellas letras que eran las mías. El organizador, digo, ni me presentó y la gente me aplaudió a rabiar sin ver mi rostro. Lo más llamativo de aquel concierto fue mi palabra, las fotos y la música fueron el acompañamiento. Público dixit).

Aunque hoy discrepo de esa CVR en una medida importante ( por cierto, no cobré ni un sol por mis letras), compartí mi arte con la gente y fue el gran actor y director Walter Zambrano el que la recitó con tensión dramática y genio, ante un público ávido y numeroso, entre músicas y fotos. ¿Por qué no hacer de la poesía drama? ¿Por qué no llamar a ese gran público a través de los actores? ¿Por qué no usar el Teatro Municipal en Lima u otros grandes o más grandes aún para darle a la poesía la convocatoria que merece?

He asistido a recitales en los que la voz del poeta comulga con la monotonía y no inspira al oído. La voz de Neruda era pesada, lenta como elefante herido, como mar en calma ¿Por qué no encargarle la poesía a los recitadores y sus espectáculos, a los melómanos, a los teatros? Mientras tanto los poetas nos preocuparemos solo por escribir. Solo así, la poesía resurgirá desde sus cenizas. Concibo aun la esperanza en que algún día las grandes editoriales tornen sus pasos hacia los poemarios, que la poesía ocupe los anaqueles de las librerías y que venda y estalle como fuegos y lumbres celestiales. Ese es mi propósito.


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