sábado, 17 de noviembre de 2012

Machado y la buena poesía

Sé que puedo ser crudo en juzgarme a mí y a mis contemporáneos cuando se trata de poesía. Me abstengo de opinar sobre los poetas consagrados por el laurel que no merecen sino más anonimato que muchos poetas jóvenes actuales que no pueden ver la luz de los reflectores.

(Poema de Machado a la muerte de Federico García Lorca- en el video - sí, todos a un pulmón: ¡El crimen fue en Granada!)



Hay promesas varias de 20, 30, 40, 50 que crean regidos por una estética asombrosa, pero que no ganarán la inmortalidad por el simple y vano hecho de que no ganarán el Premio Nacional de Poesía, ese viejo lauro que, en muchas ocasiones, llevó al Olímpo a quienes no debía e ignoró a quienes hacían buena poesía.

Ya hay premio, es alentador, pero las condiciones para ganar son otras. Dudo que un jovenzuelo con aspiración y talento lo obtenga, sin más trayecto y edición, repito, sin más trayecto y edición.

Decía que puedo ser crudo y que mis dilecciones poéticas son, en cualquier caso, clásicas y distantes. Antonio Machado es para este aprendíz el maestro del verso y lo es Lorca y de la prosa me nutre Juan Ramón Jiménez y Azorín ¿Que soy un hispanista del verso? Pueda ser en tanto no me contenta el homenaje que muchos narradores y poetas del Perú del siglo XX y XXI le han solido rendir a la fealdad, a lo prosaico, a las interjecciones manidas, a las letras forzadas. En un poema puede darse entrada un elemento tan prosaico como la leche Gloria o el Baygón, por decir, y el largo aullido de un lobo o las palabras inconexas o el rumor enloquecido que se vierte en una página pueden ser `poesía' y todo aquel que cree que conjugar sílabas sin concierto "reelaborando" al "Trilce" magistral habrá de creerse poeta. Es poesía, me dicen mis maestros de Literatura y yo les porfío, cuando la belleza no es un objeto esencial sino la organización de un texto, no hay poesía. Prefiero la lírica cultivada y sin edición que la edición de quien se consagra no más que por su nombre y pergamino.

Se ha perdido la estética y para algunos estudiosos descaminados la rima va más con el genio espontáneo de Polo Campos más que con la técnica de un actual ganador de lauros que profana la belleza.

Si es así, soy un clasicista, un seguidor de Quevedo, un apostador de la seguidilla relumbrante que toma la vía del siglo de oro español y se adentra luego en el talento magno de la generación del 98 y del 27. Nunca descubrí tan grandes figuras juntas en un tiempo convocando con real aprecio a las musas.

¿Y en el Perú? De que he leído he leído y me he encandilado poco con nuestros clásicos, pero sigo el camino minoritario y dar opinión seria impopular. Cuatro o cinco del XX me llaman al aplauso, otros no merecen el Olimpo, pero fama tuvieron más que nadie. Brillan algunos ignotos y otros no tan considerados. Y en la generación actual encumbran plumas brillantes, pero que a falta de reconocimientos, probablemente allí quedarán. Por lo demás, pocos leen poesía, no es el arte más popular.

PS: Si sirve de algo, la poesía habrá de renacer como arte y llegará al pueblo cuando se recite en los parques, cuando se encargue a los actores su interpretación, cuando se conjugue con música y espectáculo, cuando se multipliquen las ediciones escolares y cuando el periodismo la promueva y la promueva la televisión ¿Será?

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